26 de mayo de 2016

Gentlemen, start your engines! (Parte 1)

Han sido unos meses muy intensos desde que en octubre de 2015 dejé mi posición como CEO de Grupo 20minutos. Me siento muy orgulloso de haber conseguido encontrar comprador para la compañía, salvándola de un posible cierre y asegurando una gran parte de los puestos de trabajo: por desgracia no todos. Como siempre ocurre en estos casos, el comprador suele tener sus ideas propias y su equipo y no siempre se casa en los planes de futuro de las compañía. Incluido, y sobre todo, el antiguo CEO.

He estado 11 años exactos en 20minutos: entré en octubre de 2004. Comencé como CTO con la labor de reorganizar y preparar el área técnica para el crecimiento que sobrevendría en los meses siguientes a mi incorporación. En poco tiempo pasamos de 4 delegaciones a 15 y lanzamos desde los cimientos uno de los proyectos de los que estoy más orgulloso: la web de 20minutos.es. Entre 4 personas (Ricardo Villa, Federico Álvarez, Ismael Viejo y servidor) construimos uno de los proyectos más apasionantes y monstruosos (en términos de tráfico) del aburrido panorama de los medios de comunicación españoles. Muchos otros intentaron venir detrás siguiendo los cantos de sirena de nuestro tráfico y éxito, pero ninguno lo consiguió. Sólo las webs de las cadenas de TV llegaron a nuestro nivel de audiencia como consecuencia del tirón de series y programas televisivos que se mostraban desde visores en las páginas webs de las cadenas.

En 2009 (en plena crisis) cambié de posición para encargarme de dirigir toda la división online del negocio: si la anterior etapa fue intensa esta no se quedó atrás. Conseguimos reducir los costes, aumentar la audiencia, la calidad y los ingresos. Gracias a todo el equipo de 20minutos.es se puso en positivo por primera vez la cuenta de resultados de la parte web consiguiendo que el porcentaje de ingresos de la web fuera de un 25% del total de la parte papel.

Más tarde, ya en 2013, pasé a CEO de todo el Grupo. En esta etapa todo el equipo directivo se enfocó en mantener el negocio sin más estrategia que sobrevivir, tomando muchas veces decisiones sin visibilidad de futuro. A la vez, y por orden del dueño en aquel momento (el grupo noruego Schibsted), comenzamos a buscar una plan de negocio sostenible para la compañía, dentro o fuera de Schibsted. Finalmente tuvo que ser fuera, pero al menos fue, ya que en muchos momentos estuvimos rozando el cierre de la compañía.

Pero todo esto es el pasado, muy divertido y exitoso, pero pasado al fin y al cabo. Como dirían los inversores: "Buenos momentos pasados no garantizan buenos momentos futuros".

Al poco de salir, el director de una de las mayores empresas de caza talentos de este país, me dio unos cuantos sabios consejos para los meses siguientes a mi salida. Me he dado cuenta en estos meses que algunos eran realmente muy sabios. Me aconsejó:
  1. Disfruta de la familia y sobre todo tus hijos (tengo mellizos)
  2. Haz cosas que no suelas hacer: pasea por un parque a las 11:00 de la mañana, tomate un café tranquilamente en la terraza mientras ves a todo el mundo trabajar, pasea, ve con tranquilidad, sin prisas... Todo lo contrario a la vorágine de mi anterior día a día.
  3. Te llegarán cantos de sirena: ¡se fuerte! No aceptes un trabajo rápidamente, aunque sea tentador, sino tienes claro primero a qué quieres dedicarte ni a dónde quieres llevar tu vida profesional.
  4. Define poco a poco cuales son tus prioridades y qué buscarías en un futuro reto profesional.
  5. Mira muy bien como casa el reto profesional con tus aspiraciones personales. 
Así comencé mi período de "lunes al sol" (lunes, martes, miércoles, jueves y viernes). He de decir que para mi esta etapa ha sido un poco coctelera: he pasado por momentos raros, excitantes, llenos de oportunidades, arriesgados, deprimentes, alegres... Empecé a darle vueltas a qué proyecto o proyectos me gustaría arrancar o en los que me gustaría participar.

Como siempre pasa, fue mi mujer (y socia) la que me abrió los ojos: ella estaba en una situación como la mía (dejó 20minutos un mes más tarde que yo) y también quería buscar nuevos proyectos retomando antiguas aficiones. Un día apareció en casa con un cuadro con una frase que rezaba: "He decidido hacer lo que me gusta porque es bueno para la salud (Voltaire)". Lo puso en la entrada para verlo todos los días. Al principio me hizo gracia. Pero he de reconocer que luego, en plan gota china que horada poco a poco, me dejó tocado: yo siempre me lo pasaba bien en el trabajo, pero no tenía claro que me gustara del todo lo que hacía.


Empecé a pensar muy despacio intentando diferenciar que me gustaba, que se me daba bien, que me apetecía, que había aprendido y que no quería volver a repetir. Poco a poco fui siendo consciente de ideas base que me podían servir de punto de partida:
  • No más medios de comunicación.
  • A ser posible, no más grandes empresas.
  • Volver a mi mundo y a lo que más me gusta: la tecnología, el desarrollo, los sistemas.
  • Emprender un proyecto mío: sin dar explicaciones y asumiendo yo los riesgos.
  • Subsistir.
  • Sobre todo y ante todo: divertirme
Mientras pensaba en todo esto, pude dedicarle un poco más de tiempo a una de mis grandes pasiones. Es curioso porque cuando se lo explico a la gente tengo que extenderme un poco para que lo entiendan y luego cada cual lo entiende como quiere. En inglés es fácil: simRacing. En castellano es más complicado: simulación de coches por ordenador, carreras de coches por ordenador, jugar a coches en la play... Seguro que muchos de vosotros me entendéis.

He de decir que llevo jugando desde que mis padres me compraron mi primer ordenador con 12 años: un Amstrad CPC 464. Una "bestia parda" con un procesador Z80 de 8 bits, monitor a color y que en el modo de resolución normal daba hasta 4 colores (tenía otro modo con 16 colores pero los pixeles eran tan grandes como las teclas del teclado). Y por supuesto con casete. Este cacharro fue el "culpable" y detonante de mi afición por la informática y la tecnología que ha guiado mi destino profesional todos estos años. Con él comencé a programar en BASIC.



En aquella época el primer juego de coches al que jugué fue el Nigel Mansell's Grand Prix (gloriosa Gremlin). He de confesaros que buscando una captura del juego se me han puesto los pelos como escarpias al ver el vídeo de cómo era el juego y recordar las horas que le dediqué. Sólo oír el sonidito de las revoluciones y ese cuentarevoluciones redondo en el centro con el salpicadero azul...  ¡Qué tiempos!



De esta época recuerdo como si fuera ayer una conversación con mi amigo José (vecino y compañero de clase: él era más de Spectrum) en la que viendo las espectaculares carátulas que tenían los juegos imaginábamos un futuro lejano en el que los juegos tuvieran gráficos a pantalla completa semejantes a los de esas carátulas. Y que además se moviera con fluidez ¡Cuán cortos nos quedamos! 

Después ya vino mi primer PC (un NEC v20, ingeniería inversa del Intel 8088), el salto al Intel 286 original, luego el 386, 486, Pentiums varios... Y juegos míticos como el Test Drive, OutRun, Need for Speed, Sega Rally Championship, World Rally Championship “Carlos Sainz”...



Y así llegamos al salto al mundo de las consolas. Nunca había sido de consolas pero lo cierto es que parecía mucho más cómodo que andar con drivers, preocupado por versiones, instalando, configurando... Cada vez tenía menos tiempo y que iría ir más al grano.

Le llegó el turno a la PS2. Os podéis imaginar. Collin McRae, varios ToCA, y los buques insignia de la simulación de la época: Gran Turismo 4 y Formula One 06.



Intenté jugar a algún juego que no fuera de coches pero la verdad es que salvo algún Fifa no me gustaban mucho.

A la vez empezaba a estar claro para mi que para disfrutar más de la conducción era necesario un volante: el gamepad no transmitía y seguía pareciendo un simple juego. Con el reemplazo de la PS2 por la PS3, llegó el primer volante para disfrutar a tope. Fue un Logitech Driving Force Pro. 



Pasamos muchas horas juntos: tantas que tuve que comprar otra pedalera a un compañero de trabajo que no usaba la suya porque la mía murió. Entre tantas horas apareció el Gran Turismo 5 y un concepto revolucionario de competición por internet: la GT Academy. Para mi fue un punto de inflexión y desde entonces entendí que el futuro de la simulación estaba en el juego online.

El abandono del PC hizo que me perdiera grandes juegos de simulación que sólo se podían disfrutar en PC como Live for Speed, rFactor, algún Grid, también alguno de Nascar... Me centré en el mundo Gran Turismo y en las distintas sagas de F1 (2010,2011 y 2012).

Ya en la última etapa en 20minutos un compañero, Fran, me metió el gusanillo de volver a probar en PC. Él me animaba con rFactor ya que era el fundador y miembro más activo de una comunidad con solera y basada en rFactor. Investigando un poco acabé en el mundo del iRacing: me parecieron increíbles las carreras que veía grabadas en youtube. Ya contaba con un PlaySeat y una TV de 39" con los que jugaba con la PS3. Actualicé mi volante por un Thrustmaster T500RS al que luego incorporé el volante de F1 y finalmente una nVidia GTX 980 vendiendo mi antigua GTX 960.

Me di de alta en iRacing septiembre de 2013 y comencé a jugar en la medida que me lo permitía el trabajo. Fundamentalmente por la noche. En paralelo a iRacing he ido probando rFactor 2, ProjectCars y Assetto Corsa. 

Ya os podéis imaginar cómo se va perfilando el asunto del proyecto profesional: si me gusta jugar a juegos de coches (simRacing), estoy buscando un proyecto al que dedicarme, a ser posible que me guste y me lo pase bien, donde pueda ser mi jefe y además tenga que ver con tecnología...

Explicado queda como he llegado hasta aquí; en la siguiente entrada encontraréis el por qué creo que es el momento de afrontar este proyecto.

1 comentario:

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